domingo, 16 de marzo de 2014

Mañana

Hace mucho que no escribo porque estaba esperando poder sacar fotos que me gusten, con una luz aceptable, en un entorno decente. Eso no va a pasar. Porque incluso cuando hago un gran esfuerzo porque mi casa esté digna (entre mega comillas) de ser fotografiada, me siento a disfrutarla y vivirla, en vez de a sacarle fotos. Así que bueno, seguiré escribiendo.

Prefiero concentrarme en que estoy escribiendo esto un domingo a la noche. Lejos de ser una fuente de depresión para mí, los domingos tienen un feeling especial. En mi mente son como un borrador gigante que me permite borrar la pizarra imaginaria de la semana que pasó, y empezar una nueva, a estrenar, limpita y lista para ser llenada de cosas buenas.

Y no es que venga mal, ¿eh? Para nada. Sigue funcionando perfectamente mi planificación quincenal de comidas, no hemos sucumbido al delivery ni a McDonald's (2 clásicos de antaño), el perchismo sigue a full, y la rutina nocturna se cumple la mayoría de las veces. Estoy tranquila y orgullosa de mí misma, pero obviamente, sigue habiendo mucho espacio para mejorar.

Es domingo a la noche y siento que estoy rompiendo el papel de regalo en el que viene envuelta la semana que empieza en unas horas, semana que en mi mente se antoja perfecta, organizada, sin un desliz. En mi motivación, me veo abriendo la agenda al menos 4 veces al día (una a la mañana, una en cada colegio y la última al volver a casa), porque soy la campeona de hacer listas de todo tipo pero después ni las miro.

En mi mente, también, lavo los platos ni bien terminamos de comer, no me da fiaca ni una sola vez, y paso mucho tiempo tirada en el cuarto de mis hijos jugando con ellos, ignorando a la computadora y a la heladera, porque ya que estamos empiezo una dieta estricta que me llevará a estar diosa para el casamiento de mi hermana.

En mi visión me pinto las uñas y tengo tiempo suficiente para esperar que se sequen sin que se corran. Me voy a bañar todas las noches y salgo de la ducha relajada y energizada al mismo tiempo, con ganas de corregir o preparar algo en la compu para el día siguiente en el colegio.

¿Va a suceder todo esto esta semana? Probablemente no, pero si la empiezo pensando en todo lo que no voy a terminar haciendo, empiezo mal. Entonces elijo arrancar con esta visión optimista e hiper positiva, creyendo que sí se puede, que mañana será finalmente el primer día del resto de mi vida, que me voy a despertar siendo otra.

Total, si todo se arruina, el domingo que viene me vuelven a alcanzar el borrador.

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